domingo, 20 de julio de 2008

Críptidos: Pulpos




Ésta es la última entrega de la serie Críptidos.

Abandono la sección porque es la de menor éxito y al volver de las vacaciones la sustituiré por alguna más aeronáutica, de cara al curso.

Críptidos fue pensada para desconectar y dejar volar la imaginación. Misión cumplida.

Dicho esto, vamos a la sección. Ésta vez hablaremos de pulpos.

El pulpo que se ve arriba es un Pulpo Dumbo, porque tiene ésas alitas rositas. Es un pulpo que me parece hasta divertido de ver, pero hay que decir que hay algunos monstruosos.

Los pulpos también tienen mucha mitología, así que ya van bien para nuestro post.

Veamos algunos pulpos chungos:


Pulpo gigante de las Bahamas



Las islas Bahamas son los puntos culminantes de una llanura caliza submarina de poca profundidad.


Esta llanura está salpicada de grutas producidas por la erosión durante la última glaciación, cuando el nivel del mar era más bajo que en la actualidad y la llanura formaba parte de la tierra firme.


El derrumbamiento del techo de esas grutas submarinas ha dado lugar a una formación geológica típica de la región, los blue holes (pozos azules); son el equivalente submarino de las dolinas del relieve cárstico, también llamadas cenotes en el Yucatán.


Es un biotopo perfecto para un pulpo gigante. Curiosamente, es en esta misma región donde Julio Verne situó el combate de la tripulación del Nautilus con el pulpo gigante en "Veinte mil leguas de viaje submarino".


Pues bien, según los pescadores de las Bahamas (sobre todo de la isla Andros) y las vecinas islas Caicos, los blue holes son la guarida de un enorme monstruo marino, llamado lusca, him of the hairy hands ("el de las manos peludas") o giant scuttle (pulpo gigante). Es tan temido que los pescadores se niegan a acudir de noche a los blue holes. Resulta revelador que el vocablo scuttle, que en las Bahamas designa al pulpo y se supone derivado de cuttlefish (sepia), también significa "echar a pique".


Para algunos, el lusca no es más que una personificación de las peligrosas corrientes y remolinos habituales en los blue holes, pero existen, como veremos, testigos directos y pruebas materiales de la existencia de este monstruo marino.


Del estudio de los testimonios de pescadores, marinos, submarinistas (entre ellos el célebre comandante Cousteau) y científicos, recogidos en la región desde el siglo XIX, Raynal concluye que el lusca es un pulpo cuyo cuerpo alcanza seis metros de longitud y nueve de diámetro.


En cuanto a los brazos, de aspecto peludo y hasta treinta centímetros de grosor, sobrepasan los veinte metros de longitud; aparentemente, están desprovistos de ventosas, o bien éstas sólo están presentes en los extremos.


Su peso se estima en unas veinte toneladas. El color de la piel es pardusco, aunque puede cambiar cuando el animal se excita.


Posiblemente está dotado de órganos luminiscentes. No puede ser un calamar gigante, puesto que es capaz de trepar a la cubierta de los barcos, una acción imposible para un decápodo debido a la rigidez de su cuerpo.


El 30 de noviembre de 1896, se encontró varado en una playa de la isla Anastasia (12 millas al sur de Saint Augustine, en la costa este de Florida) el cadáver mutilado en descomposición de un gran animal.


De color rosa pálido, casi blanco (probablemente despigmentado), su carne tenía una consistencia muy dura, lo que la hacía muy difícil de cortar.


El cuerpo, de 6 metros de largo, 5 de ancho y 1,2 de altura, pesaba varias toneladas, y poseía varios muñones de brazos de 25 centímetros de grosor, uno de los cuales medía casi diez metros.


Según el doctor DeWitt Webb, fundador y presidente de la Saint-Augustine Scientific, Literary and Historical Society, que fue el único científico que pudo estudiar directamente el cadáver, se trataba de un pulpo: la ausencia de esqueleto, la pequeñez de los escasos órganos internos que quedaban y la estructura muscular del cuerpo eran todas características de un octópodo.


El profesor Addison Emery Verrill (1839-1926), zoólogo de la Universidad de Yale y autoridad mundial en cefalópodos, le atribuyó un peso total, en vida, de unas veinte toneladas, y una envergadura de cincuenta a sesenta metros; lo bautizó con el nombre de Octopus giganteus en el American Journal of Science en 1897, aunque poco después se retractó y afirmó que se trataba de los restos de un cachalote.


Otro detalle que indica que se trataba de un cefalópodo, y no de un cetáceo, es que a lo largo de los meses durante los que los restos permanecieron varados, prácticamente no se produjo putrefacción.


Tras varios intentos, resultó imposible conservar el gigantesco cuerpo que, con el tiempo, debió ser arrastrado de nuevo por el mar. En la actualidad, solamente se conservan unas pequeñas muestras en la Smithsonian Institution.


Roy P. MACKAL

Bioquímico e ingeniero norteamericano, profesor retirado de la Universidad de Chicago y vicepresidente de la International Society of Cryptozoology, ha realizado varias expediciones criptozoológicas, sobre las que ha publicado los libros "The monsters of Loch Ness" (1976) y "A Living Dinosaur: In Search of Mokele-Mbembe" (1987). También es el autor de "Searching for hidden animals" (1980).


Recientes análisis histológicos de estos fragmentos, publicados en Natural History en 1971 por Joseph F. Gennaro Jr., biólogo de la Universidad de Florida, y Forrest Glenn Wood, especialista en biología marina del Naval Undersea Research and Development Laboratory de San Diego; y bioquímicos, publicados por Roy P. Mackal en Criptozoology en 1986, confirmaron la identificación del pulpo gigante: se trata de tejido de cefalópodo, y no de mamífero.


En 1995, Sydney K. Pierce, Timothy K. Maugel y Eugenie Clark, de la Universidad de Maryland, y Gerald N. Smith Jr., de la de Indianápolis, realizaron nuevos análisis y concluyeron que los fragmentos corresponden a la piel de un cetáceo, pero Raynal ha demostrado, en Of Sea and Shore (1996), que los resultados de esos análisis confirman por el contrario la tesis del pulpo: El hecho de que los tejidos analizados están formados por colágeno casi puro, la composición bioquímica de este colágeno y la ausencia de grasas son incompatibles con la hipótesis del cetáceo.


Varios motivos han inducido a Raynal a suponer que este pulpo gigante pertenece al suborden de los cirrados. En primer lugar, las "manos peludas" del lusca.


También la ausencia de ventosas en el cadáver de Saint Augustine y la presencia de dos muñones en una posición que se corresponde más con la de las aletas de los pulpos cirrados que con la de los brazos.


Y por último, la frecuente confusión en los testimonios visuales entre pulpo y calamar: Los pulpos cirrados, de costumbres menos sedentarias que los incirrados (más conocidos, sobre todo por sus aplicaciones culinarias), son más semejantes a los calamares en anatomía y comportamiento.


Si esta identificación es correcta, el nombre propuesto por Verrill, Octopus giganteus, no es válido, puesto que el género Octopus pertenece al suborden de los incirrados. Raynal ha propuesto el nombre Otoctopus giganteus.


Existen testimonios similares, aunque más escasos, fuera de las Bahamas y las Caicos: en Cuba y en la península de Yucatán, donde se ha atribuido a los pulpos gigantes la muerte de dos personas, atacadas en sus piraguas.


La geología y la ecología submarina de esta última región son muy similares a las de las Bahamas. Existe también un informe aislado de Tejas.


En la costa de Florida, sin embargo, aparte del cadáver de Saint Augustine, sólo se cuenta con el testimonio de la tripulación del U.S. Chicopee A0-41, que en 1941 observó un enorme pulpo muerto flotando cerca del barco; ambos cadáveres pudieron haber sido arrastrados por la corriente marina de Florida, que recorre la costa sureste de los Estados Unidos, desde las Bahamas hasta el cabo Hatteras, en Carolina del Norte.


Estos pulpos viven en las cuevas submarinas a menos de 300 metros de profundidad, de las que salen, principalmente por la noche, para alimentarse.


La base de su dieta debe de ser la langosta Panulirus argus, muy abundante en la región, y que puede alcanzar un metro de longitud y cinco o diez kilos de peso; además de otros crustáceos, moluscos y peces.


Su comportamiento territorial les hace atacar e incluso trepar a los barcos que se acercan a sus guaridas. En varias ocasiones se ha constatado que son capaces de cortar los sedales más resistentes, incluso de acero, después de inmovilizarlos durante varios minutos.



Pulpo gigante de las Bermudas

En las Bermudas, archipiélago volcánico rodeado de fondos oceánicos profundos, se han recogido diversos testimonios que señalan la existencia de un animal parecido al lusca.


En 1969, dos submarinistas observaron una especie de pulpo o medusa pulsátil de quince metros de diámetro y de veinte a treinta de longitud.


En 1984, John P. Ingham, un pescador de crustáceos, perdió dos nasas de varios metros cúbicos llenas de cangrejos Geryon a unos novecientos metros de profundidad.


Poco después, estuvo a punto de perder una tercera nasa: Un animal, identificado con el sonar como una masa piramidal de 15 metros de altura, remolcó el barco, de 15 metros de eslora, durante varios cientos de metros a 2 kilómetros por hora.


En 1985, el mismo pescador observó un pulpo gigante agarrado a una de sus nasas, del que pudo cortar un fragmento de veinte kilos de consistencia gelatinosa.


Por último, en 1988, apareció en la playa de Mangrove Bay una masa de colágeno inodora de 2,4 metros de longitud, con la consistencia del caucho, similar al cadáver de Saint Augustine; los análisis realizados indican que no son los restos de un mamífero marino.

Se trata seguramente de un animal diferente del lusca, puesto que su biotopo es también diferente.


Además, las Bermudas se encuentran separadas de las Bahamas por la llanura abisal de Hatteras, de más de cuatro mil metros de profundidad, una barrera infranqueable para los animales bentónicos, como los pulpos. Raynal ha propuesto para esta especie el nombre de Geryonoctopus inghami.


Conviene tener presente que tanto el aspecto gelatinoso como el movimiento pulsátil observados son comunes en varias familias de pulpos.



Pulpo gigante de Hawaii



El pulpo gigante es un monstruo bastante común en el folklore de las islas del Pacífico: Hawaii, las islas Cook... Hawaii, como las Bermudas, es un archipiélago volcánico rodeado de aguas profundas.


Se han publicado dos testimonios de avistamientos de pulpos gigantes en el archipiélago hawaiano en los años 1950. Según las descripciones, los brazos, de más de veinte metros de longitud, estaban cubiertos de grandes ventosas, lo que puede indicar que se trata de pulpos incirrados, a diferencia del pulpo gigante de las Bahamas.


Además, los lugares donde se observaron los pulpos son semejantes: En los dos casos se trataba de zonas poco profundas cercanas a lugares de anidamiento de tortugas marinas. Pero, desde entonces, no se han vuelto a tener noticias.





Referencias:


  1. Web de Aficionados a los críptidos. Por German Fernández en 2002/2003.
  2. The Deep Book.



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